Mi abuela Verne-Alan Quinto

Llegué a la sala con uno solo, pero ¡vaya qué pesado!

Ella me esperaba sentada, con todo el cuerpo tiritando:

—¡Hoy quiero un viaje submarino! —me dijo muy emocionada.

Ya no había preocupaciones, ella tenía mucha experiencia, desde que esto inició con cuarenta y hoy ya hemos perdido la cuenta, habíamos hecho varios viajes: uno a la isla misteriosa, en otro le dimos la vuelta al mundo en ochenta días y el último fue un viaje al centro de la tierra. Todo sin salir de nuestra casa de vapor, ésta que está ahora en una ciudad flotante.

Parece que, a pesar de la desgracia, habíamos cobrado un billete de lotería, pues ella estaba feliz de escucharme y yo muy contento por pasar más tiempo con ella, leyéndole todas estas aventuras.