| Número de colección: 3 | Año: 2013 | 264 págs. | ISBN: 978-607-75-8896-2
Las universidades de la monarquía hispánica, en la época moderna, adquirieron un peso notable en la construcción del naciente aparato burocrático. Los reyes católicos demostraron una notable agudeza política -que hoy puede parecernos elemental- al demandar, primero, que los funcionarios de la monarquía validaran sus títulos universitarios; y, segundo, que los nuevos miembros del aparato burocrático hubieran pasado varios años estudiando en los Estudios Generales. Con estas disposiciones queda claro que en las últimas décadas del siglo XV no era una realidad tácita que los miembros de las secretarías, de los consejos y de los tribunales del reino tuvieran una educación universitaria. En cambio, para el siglo XVI, es un hecho que la obligatoriedad de esta formación, plasmada en la real cédula de 1493, estableció una relación cuasi orgánica entre universidades y administración real. Numerosos historiadores han dado cuenta de este proceso histórico. Los estudios renovadores son, sin duda, los libros de Mariano y José Luis Peset, La universidad española (siglos XVIII y XIX). Despotismo ilustrado y revolución liberal, y de Richard Kagan, Universidad y sociedad en la España moderna.