SOBRE “LA VIDA QUE NO VIVIMOS” DE MARÍA DEL VALLE
Una historia sencilla. O no. Una historia de amor. O no. Una lista de canciones. O no. La vida que no vivimos. O no. Todo eso junto podría decirse de la primera novela de María, una bióloga de profesión pero creadora de mundos y como lo dice en su biografía una “asombradora nata”.
No voy a ponerme sentimental y contar aquí todo lo que me une a ella desde que nos conocimos de un modo totalmente casual (si esto fuera posible), allá por el ‘98. Ella nació en la ciudad de México y yo en Buenos Aires, nunca vivimos cerca y sin embargo desde que nos conocimos, nunca estuvimos lejos.
Por esa razón, entre otras muchas, María me mandó su libro por otra amiga querida, editora ella, con la que se desencontraron en la última feria del libro de Guadalajara; sin embargo, mi libro de crónicas llegó a María y su novela, esta semana que pasó, en medio de este desmadre que se llama Covid-19, llegó a mis manos. Me la leí de un tirón, literalmente, entre la tarde y la noche del miércoles 29 de abril, casi sin respirar, mientras navegaba por las páginas sin prisa y sin pausa, sin querer que la historia se terminara porque ya sabía bien el final. Porque ese final, el de su protagonista, un rockero español de los ‘80 al cual nos encontramos como treinta años después, por la vuelta, está escrito desde antes. O no. Porque la novela está regia y ricamente escrita en una segunda persona (la que cuenta es Elisa, una mexicana que va de visita a ver a su hermana que vive en Madrid y bueno, cosas que pasan, se enamora) dedicada a Manolo, que es el “tú” de este texto. Pero también a la postre lo es Ana, la amiga escritora. O seremos también nosotros, lectores, estaremos incluidos en esa segunda persona. O no.
Como columna vertebral unas cuarenta canciones, son títulos, epígrafes, partes de diálogos, citas. Son mucho. Pero no son todo. Hay más música, tanto arte, y literatura, todo entreverado, entretejido, casi sin querer.
Acompañamos a Elisa en este viaje iniciático donde hay que apostar sin tener miedo, arriesgarse, soltar, atreverse. ¿Cómo podría ser la vida que no vivimos?
Lo dice María del Valle, o mejor, Elisa, con tantas preguntas que no se responden con facilidad, donde solo queda jugarse:
“¿Quién me impone lo que está bien y lo que no? ¿Por qué no puedo optar por la insensatez por una vez en mi vida o por dos? ¿Quién me lo impide? ¿Acaso no tengo suficiente evidencia de que tu también quieres estar conmigo? ¿Qué estamos esperando? Te llamo.” Fin del capítulo.
Ojalá que en algún momento tengamos la posibilidad de presentar esta novela en nuestro querido y hoy deshabitado Living de Olivos. En cuanto la pandemia dé tregua, disponible en ebook. Por el momento, mina afortunada, debo poseer el único ejemplar en Argentina. Cuando quieran, les leo otro poco.
Silvina Rodríguez Martinez, 2/5/2020